Las exigencias y presiones a las que es sometido el hombre occidental, lo llevan a colapsar, a verse en la situación límite de pedir paz, tranquilidad, de pedir vacaciones, no sólo a nivel laboral, sino también vacaciones de su vida e incluso, de su mente. Porque en occidente hemos aprendido que el razonamiento está ante todo, ya lo dice la famosa máxima “pienso, luego existo”, y no está mal que eso suceda, pero la mente se agota y con ello, distintos aspectos del ser humano pueden comenzar a funcionar mal, a nivel físico, mental y emocional ¿cuál es la solución planteada hoy en día?

Es teniendo en cuenta todo este proceso que atraviesa un hombre en el mundo occidental, que se piensa en alternativas más profundas y verdaderas, aunque más complejas también. Básicamente, nos referimos al Yoga y su injerencia en occidente, las técnicas más empleadas en esta porción del mundo y la interpretación que en la región se le da a la disciplina.

Cuando hablamos del Yoga occidental, debemos destacar que este comenzó a gestarse en la década de 1960, fue entonces cuando B.K.S. Iyengar y Krishna Pattabhi Jois, introdujeron en occidente esta disciplina, concentrándose principalmente en el Ashtanga Yoga, aquel que fue creado por Sriman Krishnamachaya y que fue difundido por sus hijos y discípulos.

Con el tiempo, el Ashtanga Yoga se fue adaptando y diversificando de acuerdo al mundo occidental, conformándose de esta manera, prácticas que hacían fuerte hincapié en el trabajo físico, basado en el desarrollo de la flexibilidad a través de asanas específicas que colaboraban a conseguir este estado para el cuerpo del practicante, fue así como se popularizó el Hatha Yoga, una de las variaciones de la técnica Ashtanga.

En la actualidad, cuando se habla de Yoga occidental se suele hacer referencia al Hatha Yoga, porque es la técnica que se ha expandido con mayor fuerza en todo el globo, en occidente de hecho, se ha adoptado como propia, pudiendo accederse a la misma, de manera sencilla, en cualquier gimnasio o centro de Yoga.

El espíritu del hombre occidental ha encontrado en esta técnica todos los caminos para volver a reconectarse con su interior, con la energía que habita en él, entendiendo que el autoconocimiento es la única opción para saber lo que nos hace falta, lo que nos sobra y para conocer nuestras capacidades, pudiendo así explotarlas al máximo.

El estrés diario, las presiones sociales, económicas y políticas, el desconcierto y la falta total de paz es lo que ha empujado a los occidentales a sucumbir ante el mundo del Yoga, y es en la técnica conocida como Hatha, que se hallaron todas las respuestas.

Esta disciplina se encarga de apelar al trabajo físico e intenso principalmente, con asanas que requerirán de la concentración, equilibrio y perfecta sincronía con la respiración, todo lo que influirá en el aumento de la flexibilidad corporal, la relajación muscular, la descarga de tensiones y con ello, aliviar dolores o malestares en el cuerpo.

En Hatha Yoga también se práctica la meditación, lo que ayuda a disminuir el estrés, aplaca la ansiedad, y permite alcanzar la calma mental, alejar los pensamientos negativos, profundizando la armonía general en todo el ser: cuerpo, mente y espíritu.

Del Hatha Yoga se conoce actualmente una ramificación o estilo que ha nacido bajo los conceptos que proclama la técnica Hatha, pero apelando pura y exclusivamente al trabajo físico, su nombre es Power Yoga y hoy es tendencia en distintos centros físicos y yoguicos de Estados Unidos principalmente.

El Power Yoga es considerado una técnica puramente occidental y muchas veces, una simple variación del Hatha Yoga, de hecho, plantea un esquema más intenso en el plano físico. En Power Yoga se abogará por el dinamismo en las posturas, pasando de una asana a la otra con rapidez y sin interrupciones. El trabajo comprende ejercitar la fuerza, la resistencia, la flexibilidad y por supuesto, la concentración.

Podemos concluir diciendo que el Yoga occidental es sólo una nueva interpretación de lo que el Yoga de todos los tiempos establece, sabiendo entonces que como toda interpretación, su significado variará de acuerdo a los ojos que la miren, en este caso, los occidentales.