Muchas veces oímos la palabra meditación y solemos relacionarla a técnicas orientales como el Yoga por ejemplo, pensamos que esta acción tan simple, pero tan compleja a la vez, puede ser desarrollada por seres de espíritu elevado. Cualquier persona tiene la capacidad de alcanzar el estado de meditación, si se aprende a trabajar con la integración de la mente, cuerpo y espíritu.

¿Qué significa la palabra meditación?

El término proviene del latín, del vocablo meditatio, lo que básicamente indica una actividad intelectual, un ejercicio mental. La definición de meditación nos habla de un estado en el que la atención está concentrada, puede ser en un determinado pensamiento, en la conciencia, en un objeto del exterior o en la propia concentración del momento.

El uso que hoy en día se le da al término meditación está, muchas veces, asociado a la disciplina del Yoga, en donde se emplean una serie de técnicas de contemplación interior, aquellas que son propias de religiones orientales como el budismo o el hinduismo por ejemplo. Sin embargo, no se debe pensar en la meditación simplemente como una práctica religiosa, dado que en realidad, cualquier persona, sin importar su credo, puede alcanzar ese estado.

Cuando nos referimos a meditación profunda, simplemente estamos hablando del grado máximo de atención que puede lograr una persona. Esta atención puede estar depositada, como decíamos antes, en un pensamiento en particular, en el propio estado de concentración, en la conciencia o en algún elemento externo.

En ocasiones se define a la meditación profunda como al acto de llegar más allá de los límites que propone la mente, y es esta un poco la base de la meditación, dado que se deben ir derribando barreras que de manera inconsciente, nosotros mismos ponemos en nuestra mente.

Por tal motivo, entendemos que para llegar a un estado en el que la mente logra la relajación profunda, es necesario atravesar por una serie de etapas y, al mismo tiempo, ir rompiendo los esquemas autoimpuestos, es de esta forma como se conseguirá liberar la mente, principal propuesta de la meditación.

¿Qué se necesita entonces para lograr esta clase de estado? Para comenzar, es preciso encontrar cierta comodidad, desde la vestimenta, hasta en el lugar en el que nos colocamos. Vestir ropa confortable y, al mismo tiempo, cálida, ya que en estado de relajación profunda bajan las pulsaciones y el flujo de sangre, lo que puede hacer que baje la temperatura corporal, por ello, es importante el hecho de llevar la indumentaria acorde para no recibir la influencia externa, del frio por ejemplo.

Una vez que se está listo para iniciar, es necesario escoger una postura en particular, en la que no haya ningún tipo de molestia. Luego comenzará el trabajo con la respiración y de manera gradual se irá colocando la atención en las zonas que sean necesarias, para alcanzar un estado de relajación físico.

Muchos instructores que enseñan a meditar, pueden realizar este proceso de distintas maneras, existen varias técnicas para alcanzar el estado de meditación, sin embargo, también hay pautas generales. Para empezar, siempre se intentará relajar el cuerpo, precisamente, para que no haya trabas físicas o influencias externas que compliquen el proceso de relajación interior.

Luego se comenzará a trabajar en un plano de introspección, en donde se ahondará en la mente, en la toma de consciencia, en la contemplación, en el despojo de sensaciones o sentimientos, en la visualización, entre otras etapas.

Actualmente, cada vez más personas apuestan por esta clase de práctica para tratar diversas dolencias emocionales y físicas, de ahí que se diga que la meditación profunda posee, muchas veces, fines terapéuticos. Sus beneficios para el ser humano han sido corroborados por muchos que han experimentado ese estado.

Hay quienes dicen que meditar potencia la inteligencia, la creatividad, la energía, la capacidad de concentración, la memoria, otorga estabilidad emocional, alivia los cuadros de estrés y ansiedad, beneficia a la autoestima y puede garantizar un mejor nivel de vida en todos los aspectos. Todo esto es motivo suficiente para que el simple acto de meditar se vuelva cosa de todos los días.