Teniendo en cuenta el auge que la disciplina del Yoga ha experimentado en estos últimos años, es cada vez más frecuente escuchar o aprender sobre las distintas ramificaciones que esta técnica hindú ha tenido. Entre los tipos de Yoga más tradicionales, pero al mismo tiempo, más completos y elementales, podemos hallar el Ashtanga Yoga, precisamente, el tema de nuestro artículo.

El Ashtanga Yoga, también se conoce como el Yoga de las ocho partes o pasos. El término Ashtanga es el que ofrece esta descripción, dado que proviene del lenguaje sánscrito y debe ser entendido como “asta” ocho y “anga” miembro.

Ashtanga Yoga debe su descubrimiento al gurú hindú Patañjali, un filósofo que se presume existió en el siglo III Antes de Cristo, por lo que se entiende a esta disciplina del Yoga como una de las más antiguas y por tanto, de las más tradicionales que al día de la fecha se mantienen vigentes.

Como Ashtanga Yoga se conoce bajo el apelativo del Yoga de los ocho pasos, esta disciplina se realiza atravesando por una serie de etapas, ocho en total, las cuales deben ser experimentadas para llegar al objetivo final que postula esta clase de técnica: la iluminación.

La filosofía del Ashtanga Yoga persigue una meta, esa no es más que purificar la existencia de quien realiza la práctica, lo que claro llevará a la iluminación espiritual, la luz en el alma y con ello se arribará a la sabiduría de lo divino.

La importancia de la disciplina Ashtanga es tal que incluso, muchas otras técnicas se apoyan en el esquema o sistema de ocho pasos que en ella se plantea. Existe también un error común sobre esta rama del Yoga, dado que hay quienes ven a Ashtanga como el sinónimo de Raja Yoga, sin embargo, este último es una categoría más amplia que abarca a muchas otras técnicas, como por ejemplo la Ashtanga.

Para entender cuál es el proceso que debe seguirse en esta disciplina yoguica, debemos conocer cuáles son esos famosos ocho pasos que postula la técnica. Estos se conocen como: iama o yama, niiama o niyama, asanas, pranaiama o pranayama, pratiajara, dharana, dhiana y samadhi.

El primer paso es iama, también llamado yama o simplemente conocido como la etapa de las prohibiciones. Estas prohibiciones que el practicante debe conocer y asumir son: ajimsá que implica la no violencia, la compasión hacia todo ser vivo y la paciencia y el perdón como principales pilares. Satia es otra de las prohibiciones, esta implica no mentir, la verdad ante todo. Asteia es la siguiente y su fin es no robar, no codiciar lo que no nos pertenece. Brahmacharia nos habla del celibato, del control y moderación del deseo y de la capacidad de disfrute. Finalmente, la última de las prohibiciones es aparigraja que implica la renuncia a la avaricia y la apuesta por la generosidad hacia los demás.

Cuando nos referimos a niiama o niyama, estamos hablando de los preceptos u observancias. El primero de ellos es shaucha, este significa limpieza e higiene tanto física como mental, pero además, del ambiente en el que vivimos. Santosha es el siguiente precepto y nos invita a la satisfacción plena de lo que tenemos y de lo que no, y la aceptación de que lo que nos sucede no es más que un mero aprendizaje. Tapas hace alusión a la disciplina y el sacrificio en el campo de los hábitos cotidianos. Swadhiaia apela al autoconocimiento, a través de la lectura de los vedas o escrituras sagradas. Finalmente, íshwara pranidhana habla de la entrega y obediencia a Dios.

Las seis etapas de continuación en el sistema de Ashtanga Yoga, son quizás más simples porque se basan en las asanas o posturas, el control y entendimiento de la respiración, la retirada de los sentidos del mundo exterior, la atención de nuestra mente en un pensamiento, la meditación profunda y finalmente, la unión del alma y del ser, y con ello, el estado de paz total.

Esta clase de técnica tan antigua, requiere de la constancia del practicante para alcanzar ese estado de armonía e iluminación que la disciplina propone. Sin dudas una de las más completas disciplinas dentro del Yoga de nuestros días.